Hoy volamos en Costa Esuri, uno de los grandes proyectos inmobiliarios concebidos en los últimos años para la costa de Huelva y que sucumbió a la crisis del ladrillo.
La urbanización, a cuatro kilómetros de Ayamonte, ocupa una enorme extensión de terreno, con inmejorables vistas sobre el río Guadiana y el Puente Internacional, que une España con el Algarve portugués. En el proyecto inicial, promovido por Martinsa Fadesa, se incluían miles de viviendas de diferentes tipologías, campos de golf, hoteles y centro comerciales.
Estaba planteado para albergar chalets adosados, apartamentos y viviendas en Pueblo Mediterráneo, además de un importante ámbito residencial de viviendas de diferentes tipologías, dos campos de golf de 18 hoyos, tres hoteles de lujo y amplias zonas comerciales y de ocio.
Inicialmente se contemplaba un gran centro comercial que tenía prevista su apertura en el verano de 2008. El edificio, cuyas obras de ejecución se paralizaron cuando estaban casi al 80 por ciento de su ejecución, iba a albergar tiendas, casino, cines y restaurantes, además de 1.000 plazas de aparcamiento.
Un centro abierto, que imita la plaza de un pueblo, con sus fuentes y plaza, ocupando un total de 15.500 m2 de Superficie Bruta Alquilable (SBA). El edificio constaría de dos plantas, una enfocada al comercio, con un gran supermercado, y tiendas de moda. Y una planta alta, con más ocio, una gran bolera y un mini casino, restaurantes y bares. También se proyectó un parking subterráneo, y otro aparcamiento en superficie frente a el, juntando casi 1000 plazas de parking.
Las obras se ejecutaron con celeridad a partir de 2006 en el que estaba llamado a ser un complejo de lujo para la atracción de inversores internacionales, fundamentalmente alemanes y británicos, atraídos por el buen clima y las muchas horas de sol de la costa de Huelva.
Sin embargo, en 2008 la actividad constructora en la zona se frenó de golpe. La principal promotora del proyecto no pudo soportar el enorme nivel de deuda, que ascendía entonces a 7.000 millones de euros, y presentó concurso de acreedores. El descenso de las ventas en Costa Esuri sentenció el dramático destino de una urbanización.
Actualmente el complejo ofrece un paisaje desolador. Las grandes avenidas y cuidadas zonas verdes contrastan con la decadente estampa que ofrecen las obras sin finalizar o las promociones sin vender, algunas de las cuales presentan ya un estado lamentable por el abandono de sus instalaciones. Grietas en las fachadas, piscinas rodeadas de enormes jaramagos y vestuarios inundados por las lluvias, se entremezclan con los pocos vecinos de la zona, residentes de temporada y fines de semana, en su mayor parte.
Pasear volando por Costa Esuri es hacerlo por una gran urbanización semi vacía, con obras a medio acabar, en las que no hay actividad. Contraste de colores y bellezas del entorno se mezclan con parques infantiles vacíos, pasos de cebra sin pisar, aparcamientos sin coches o paseos sin viandantes.
No logramos entender este resultado final más allá de lo que llaman "burbuja inmobiliaria" ya que existen vecinos en esa zona que no disponen de los servicios mínimos como colegios, supermercados, centros de ocio, transporte...en contraposición el campo de golf excelentemente cuidado.
Contrastes, como decíamos de una "isla" que sufre la transmutación de pasar de paraiso diurno a una ciudad fantasma cuando llega la noche.
La urbanización, a cuatro kilómetros de Ayamonte, ocupa una enorme extensión de terreno, con inmejorables vistas sobre el río Guadiana y el Puente Internacional, que une España con el Algarve portugués. En el proyecto inicial, promovido por Martinsa Fadesa, se incluían miles de viviendas de diferentes tipologías, campos de golf, hoteles y centro comerciales.
Estaba planteado para albergar chalets adosados, apartamentos y viviendas en Pueblo Mediterráneo, además de un importante ámbito residencial de viviendas de diferentes tipologías, dos campos de golf de 18 hoyos, tres hoteles de lujo y amplias zonas comerciales y de ocio.
Inicialmente se contemplaba un gran centro comercial que tenía prevista su apertura en el verano de 2008. El edificio, cuyas obras de ejecución se paralizaron cuando estaban casi al 80 por ciento de su ejecución, iba a albergar tiendas, casino, cines y restaurantes, además de 1.000 plazas de aparcamiento.
Un centro abierto, que imita la plaza de un pueblo, con sus fuentes y plaza, ocupando un total de 15.500 m2 de Superficie Bruta Alquilable (SBA). El edificio constaría de dos plantas, una enfocada al comercio, con un gran supermercado, y tiendas de moda. Y una planta alta, con más ocio, una gran bolera y un mini casino, restaurantes y bares. También se proyectó un parking subterráneo, y otro aparcamiento en superficie frente a el, juntando casi 1000 plazas de parking.
Las obras se ejecutaron con celeridad a partir de 2006 en el que estaba llamado a ser un complejo de lujo para la atracción de inversores internacionales, fundamentalmente alemanes y británicos, atraídos por el buen clima y las muchas horas de sol de la costa de Huelva.
Sin embargo, en 2008 la actividad constructora en la zona se frenó de golpe. La principal promotora del proyecto no pudo soportar el enorme nivel de deuda, que ascendía entonces a 7.000 millones de euros, y presentó concurso de acreedores. El descenso de las ventas en Costa Esuri sentenció el dramático destino de una urbanización.
Actualmente el complejo ofrece un paisaje desolador. Las grandes avenidas y cuidadas zonas verdes contrastan con la decadente estampa que ofrecen las obras sin finalizar o las promociones sin vender, algunas de las cuales presentan ya un estado lamentable por el abandono de sus instalaciones. Grietas en las fachadas, piscinas rodeadas de enormes jaramagos y vestuarios inundados por las lluvias, se entremezclan con los pocos vecinos de la zona, residentes de temporada y fines de semana, en su mayor parte.
Pasear volando por Costa Esuri es hacerlo por una gran urbanización semi vacía, con obras a medio acabar, en las que no hay actividad. Contraste de colores y bellezas del entorno se mezclan con parques infantiles vacíos, pasos de cebra sin pisar, aparcamientos sin coches o paseos sin viandantes.
No logramos entender este resultado final más allá de lo que llaman "burbuja inmobiliaria" ya que existen vecinos en esa zona que no disponen de los servicios mínimos como colegios, supermercados, centros de ocio, transporte...en contraposición el campo de golf excelentemente cuidado.
Contrastes, como decíamos de una "isla" que sufre la transmutación de pasar de paraiso diurno a una ciudad fantasma cuando llega la noche.
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- Golf Algarve
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